LA HERENCIA DE UNA MADRE

2 Timoteo 1:5-7 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en t u madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. 6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Las palabras de una madre nunca se olvidan completamente, sus caricias dejan una impresión endeble y el recuerdo de su presencia dura toda una vida. Si usted fue bendecido con una buena madre cosechara los beneficios por el resto de sus días. Si su madre descuido sus necesidades o falla en apoyar a su padre, desafortunadamente gran parte de lo que usted sufrió no puede borrarse. Para bien o para mal la marca que deja la madre es permanente.

No obstante, siempre hay una esperanza para los que hemos sido marcados negativamente en la vida. En hogares que han sido disfuncionales; donde la figura de una madre presente pero ausente, por errores que nosotros como madre cometemos en la crianza de nuestros hijos.

He aquí existe el perdón de Dios y la reconciliación de padres e hijos. Y darse a la tarea de cooperar con Dios para la restauración de hogares destruidos. Porque siempre en Dios hay una esperanza, y el poder Dios es nuestras vidas para ser transformados por El.

Hay que reconocer el lado espiritual de las dinámicas de l a crianza maternal. Vemos tantas personas luchar por largo tiempo porque no tuvieron maneras de comprender o reaccionar ante la forma como fueron criados maternalmente, para bien o para mal. Creemos firmemente que Dios decreto lo especial e importante de la crianza maternal; cuando dice en su palabra, “Honras a tu madre y tu padre.”

También necesitamos ser honestos decir la verdad; reconocer nuestros errores arrepentirnos y dejar que Dios obre en nuestras vidas, y tomar la responsabilidad; perdonar y al mismo tiempo honrar a nuestros padres. Porque Jesús vino a este mundo para reconciliar al hombre con Dios. Reconciliar las relaciones de los padres para con los hijos. El gran diseño de Dios para con el hombre es satisfacer las grandes necesidades de reconciliación. Todos somos llamados a pedir y dar perdón y como resultado, podemos gozar de mejores vidas y relaciones.

Ser madre es de grande valor para Dios, Es un privilegio que Dios nos ha concedido llevar un niño indefenso en nuestros vientres criarlo para ser un hombre de bien para la sociedad. Madre no sabes lo que has cargado en tu vientre; un futuro con promesas; un gran hombre, un propósito para Dios. No reniegues el papel de ser madre. Críalo con ganas con pasión; con responsabilidad; con ternura con amor, Acepta ese gran roll y ese grande privilegio de ser mama.

Lo primero que debe aportar una madre en el hogar es ternura trasparente. De los padres aprendemos diligencia, descubrimos el valor del dinero, lo necesario para el trabajo fuerte, el significado de la honestidad, el quedarse de pie cuando todo parece volverse en contra, pero de nuestras madres aprendemos ternura. Las madres les enseñan a sus hijos a ser sensibles, afectuosos y llenos de compasión, afligirse cuando pierden algo o alguien especial para ellos permitiendo que surjan esas emociones.

Madres no pierdan la ternura, si te tragas el mensaje feminista de hoy se pondrán masculinas, militantes, rudas, ásperas e incluso hasta un poco viles. Timoteo encontró ternura en su casa y eso es lo primero que el apóstol Pablo recuerda de él, que era bastante hombre para derramar lágrima.

Otros de los aportes que una madre debe aportar en el hogar es; espiritualidad auténtica. Ser auténtico, ser verdadero, real. Tener una espiritualidad sincera; no hipócrita ni fingida. Eunice y estoy seguro de que en ti también.” Pablo conocía la herencia que le había dejado la madre y abuela a Timoteo; sus raíces “la fe no fingida. Las cosas que caracterizaban a la abuela y a la madre caracterizaban también a Timoteo. Todo eso viene de una sola cosa el “Amor.”

Que en su día se llenó de bendiciones, abrazos, amor y la paz de nuestro Señor Jesucristo.

Pastora. Mildred Marsach,

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